El Gobierno de Javier Milei, apoyado por un séquito inquebrantable, sigue agrandado por el boom financiero y el rebote de la economía después de la violenta recesión. El Presidente profundizó su obsesionada crítica hacia los medios de comunicación (los llamó “delincuentes del micrófono” y “extorsionadores”) y “enterró” a su Vicepresidente tan solo un año después de haber asumido.
Milei catalogó a Victoria Villarruel como parte de la “casta” y aseguró que no tiene injerencia alguna en el Gobierno. El divorcio, que se veía venir, es anecdótico para un Presidente que hizo de su personalismo un culto y que maneja el país únicamente de la mano de su hermana Karina, la secretaria de la Presidencia.
En medio de esto, Milei aseguró que su programa de estabilización “está dando pruebas de que es mejor que la Convertibilidad, es sostenible”. Casi un insulto para los viudos de los ‘90 que vieron en Milei algo muy parecido a lo que encarnó el riojano más famoso del país. “No puede compararse con la Convertibilidad. Va menos de un año. Le falta demostrar que lo suyo dure 10 años”, chicaneó un economista que pasó fugazmente por el Palacio de Hacienda en los ‘90.
Lo cierto es que si hay algo que tiene en común el plan Milei y el de los ‘90 es el fuerte encarecimiento del país en dólares. Con la salvedad de que la Convertibilidad empezó a tener problemas de competitividad luego de las distintas crisis, mientras que Milei arranca con un esquema de apreciación cambiaria que ya complica a varias industrias y genera preocupación incluso en los economistas ligados al Presidente. “A mí lo que me está preocupando es el aumento en dólares del costo de producción de cualquier cosa”, afirmó Juan Carlos de Pablo, uno de los pocos economistas que habla asiduamente con Milei.
El “profesor” admite que este encarecimiento tiene un impacto directo sobre la competitividad del sector productivo, lo que eventualmente podría neutralizar las ganancias obtenidas por la desaceleración inflacionaria. “El atraso cambiario es un calificativo; vos lo que tenés es un aumento en dólares de los costos”, apuntó.
Para Carlos Rodríguez, ex asesor de Milei ahora parado en la vereda de enfrente, la suba en el precio del dólar de 114% en diciembre de 2023 no fue “herencia recibida”. Dice que el tipo real de cambio multilateral (Banco Central) está ahora un poco más bajo que en noviembre de 2023. “O sea que devaluó solamente para licuar salarios, jubilaciones y depósitos. Y fue a propósito, ya que el dólar real, a casi un año de gobierno, vuelve a estar donde lo dejó Massa”, postuló Rodríguez.
Peso fuerte
La consultora 1816 tituló su último informe “Peso fuerte para rato”. Dice que en los últimos 30 años, las cuatro veces que el tipo de cambio real fue tan bajo como el actual (al final de la Convertibilidad, al final de Cristina Kirchner, con Mauricio Macri en 2017 y al final de Alberto Fernández) eso vino seguido de grandes devaluaciones. “Esta vez, sin embargo, se combina el superávit fiscal (algo que no estaba presente en ninguna de esas cuatro oportunidades), Vaca Muerta en el horizonte (que ofrecerá pronto US$ 15.000 millones al año) y el blanqueo como puente en 2025 (aportando las divisas en el corto plazo), lo que obliga a tomar en serio la posibilidad de tener un peso fuerte para rato”, sostiene la consultora. Y explica que hay al menos tres problemas vinculados con tener una moneda apreciada.
- Que si el contexto internacional se complica o hay un susto político el potencial de caída del peso es muy grande y el BCRA no tiene reservas.
- Que a este CCL los stocks de pesos superan los US$ 100.000 millones (versus US$ 50.000 millones en enero).
- Que a este tipo de cambio hay sectores poco competitivos (turismo, algunas industrias, etcétera).
“Si todo sale bien, vamos a tener todos los síntomas de la enfermedad holandesa (con sectores muy ganadores y sectores muy perdedores)”, afirman.
Obviamente en el entorno de Milei nadie habla de atraso cambiario. Dicen que la apreciación cambiaria tiene que ver con el éxito del programa económico y que esto es algo positivo. Lo dijo hace algunas semanas Federico Furiase, director del Banco Central y ex Anker junto a Luis Caputo, cuando recordó que en los momentos de confianza el tipo de cambio equivale a $600 a precios de hoy. Repitió algo que viene diciendo el Ministro y su team para mostrar que el proceso de apreciación puede estar a mitad de camino todavía.
“Ni siquiera en el momento de máximo atraso cambiario con Martínez de Hoz el tipo de cambio llegó a $600 pesos de hoy. Las burbujas se alimentan de confianza, euforia y especulación. Y se pinchan. Vean la historia. Vamos a un tipo de cambio históricamente bajo. Un camino peligroso”, contestó el director de Equilibra, Martín Rapetti.
El relato oficial también suma a la mejora nominal (no necesariamente real y mucho menos de poder adquisitivo) del salario en dólares. Voceros del Gobierno y un paladín libertario como Ramiro Castiñeira (de Econométrica y del grupo de asesores presidenciales junto a Demian Reidel) postularon que “este verano saldrán los argentinos al veranear al mundo” pero no por “atraso cambiario”, sino porque empezamos a tener un salario “normal que refleja la productividad de un país emergente”. “Dejamos de ser Cuba y recuperamos el salario: pasó de US$ 300 a US$ 1.100 en menos de un año”, dice Castiñeira.
Impuestos altos
En el medio de la discusión, ya hay varias industrias que están pidiendo el salvavidas. La industria en general, y los textiles en particular, demandan que el Gobierno baje impuestos para “nivelar la cancha”. Se quejan de que Caputo le abre la puerta los bienes importados, atrasa el dólar, pero no bajó ni un solo impuesto. “Si me fundo porque soy malísimo no tengo problema, ahora nivelame la cancha. No estoy en desacuerdo con que le bajen los impuestos a los importados, ahora bajámelos a mí primero que produzco en el país”, se quejó Luciano Galfione, presidente de la Fundación Pro Tejer.
En la misma línea, Aldo Elías, vicepresidente de la Cámara Argentina de Turismo advierte que actualmente hay una caída fuerte del movimiento turístico, que tiene que ver con varios factores. “Por un lado, el turismo del exterior. Argentina ha vuelto a estar cara en dólares. Esta es, lamentablemente, una realidad que nos castiga, pero hay que tener en cuenta que el mayor componente de desajuste de competitividad que tenemos no está dado en el tipo de cambio, sino que está dado en la enorme presión impositiva que tiene la Argentina”, afirma.
Y dice que más del 42% del componente del precio de cualquier producto turístico son impuestos, y contra eso no se puede competir. “Entonces, cuando es un tipo de cambio alto, mechas o más o menos proteges esta situación. Pero cuando el tipo de cambio no está alto, lamentablemente, Argentina deja de ser competitiva. Pero no deja de ser competitiva en turismo. Deja de ser competitiva en todos los lugares. La ropa es incomprable, la electrónica es incomprable. Lamentablemente, es un tema que esperemos que se resuelva en el corto plazo”, sostuvo.
El encarecimiento en dólares es intrínseco al plan de Caputo y Milei de sepultar la inflación. Cueste lo cueste.
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